El análisis forense de los restos aparecidos en Campoamargo revelan que pertenecen a una mujer de origen rumano desaparecida en 1995. El ‘modus operandi’ difiere del asesinato de Ainhoa, lo que hace pensar a Héctor que probablemente se tratara de un asesino diferente. Sin embargo, a pesar de las diferencias, Héctor tiene la certeza de que ambas muertes están relacionadas de algún modo.

En la fábrica de Juan Rueda, todo se sucede con la normalidad de siempre. Fara se encuentra al principio de la cadena de trabajo y, por eso, es la primera en ver a Lucas acercarse a ella. A pesar de que va a ser padre del hijo que espera Pilar, él está enamorado de Fara y no está dispuesto a perderla. Cuando el joven le pide matrimonio, decide entregarse a su amor y aceptar. ¿Les dará Kaled su bendición? Quien seguro no lo aceptará será Pilar, que utilizará todos los recursos posibles para evitar que se celebre la boda.

En cuanto a Marta, los fantasmas del pasado continúan persiguiéndola desde la confesión de Héctor. Las llamadas se suceden en su hogar y Héctor le ayuda a descubrir que proceden de Afganistán, concretamente de la base española de Kabul. ¿Quién la estará llamando? Marta se obsesiona con las diferentes posibilidades y no se da cuenta de que su hijo se ha escapado. En realidad, no ha huido muy lejos, pero se ve atrapado por el contenedor en el que se oculta. El oxígeno empieza a faltarle y morirá si alguien no lo encuentra pronto.