"¡Dispárame a mi!", ha suplicado la religiosa a los soldados para salvar a los pequeños, que asustados habían huido en dirección a ellos. Con ese gesto de paz ha conseguido detener una auténtica masacre.

Algunos militares se han arrodillado con ella cuando les ha pedido que no dispararan a los niños y han rezado juntos en medio de una protesta en la que habían advertido que iban a tomar medidas severas.

En la zona norte de Myanmar en la que ha ocurrido conviven cristianos, budistas, hinduistas y musulmanes y su gesto se ha hecho viral y es el símbolo de esperanza que combate el caos y sufrimiento en el que está sumido el país.