El objetivo era doblegar la curva y parece que Nueva York lo ha conseguido, manteniendo unos niveles bajos, mientras en Madrid se han vuelto a disparar los contagios.
En la ciudad estadounidense se han aplicado importantes medidas restrictivas como cápsulas de plástico para poder cenar en el exterior de los bares y restaurantes, que siguen sin poder atender a sus clientes en el interior.
Los edificios de oficinas tienen una ocupación de 5% y el metro circula con un 20% de pasajeros y la industria del turismo y entretenimiento están prácticamente paralizada.
Las consecuencias son dos: la tasa de positivos es menor del 1% aunque el precio a pagar es muy alto y ha habido más prestaciones por desempleo en los últimos seis meses que en 20 años.