Las lluvias torrenciales y los vientos de hasta 250 kilómetros por hora han dejado campos anegados, pueblos destrozados y el incendio de una industria química.

Los ciudadanos de los lugares más afectadas aseguran no haber visto nunca algo similar y lamentan que parezca una zona de guerra llena de escombros.

La catástrofe natural ha dejado a 8.000 personas sin suministro eléctrico y a medio millón de habitantes evacuados de sus hogares.