Barrios como el de Malasaña, en Madrid, cambian por completo tras la instalación de una mayor seguridad y se convierte en una zona en la que se pueden llegar a pedir alquileres de 600 euros por espacios de apenas unos 40 metros.

Los turistas sí pagan cantidades más rentables por pasar una noche y esto hace que haya un incremento de viviendas turísticas irregulares, denunciadas por los vecinos. La burbuja del alquiler parece ser una realidad difícil de frenar.

En el último ejercicio, en 2017, se ha producido una subida del 33% en la contratación de hipotecas y la venta de inmuebles ha crecido un 10%. El fenómeno pasado, en el que se pagaba la vivienda antes de colocarse el primer ladrillo, vuelve a estar presente en las ciudades.