El 31 de enero de 1994 se incendió en Barcelona el Gran Teatro del Liceu. En aquellos momentos, la versión oficial responsabilizó al equipo de soldadores encargados de realizar la reforma del teatro, sin apuntar a otras posibles causas. Ese mismo día, con una rapidez insólita, todas las administraciones se pusieron en contacto para acordar su reconstrucción. Todas ellas se unieron para aportar la cantidad de dinero necesaria para conseguirlo, pero además lanzaron una campaña de sensibilización para hacer partícipe del proceso a todos los ciudadanos. La reconstrucción del Liceu se convirtió, entonces, en una causa de todos.

En el año 2000, seis años después del incendio y cuando el nuevo teatro ya había sido reconstruido, se celebró un juicio para aclarar lo sucedido. Sin embargo, la sentencia no apuntó a ningún responsable.

Cuando tuvo lugar el incendio, el teatro era gestionado por el Consorci del Liceu, en el que tenían presencia todas las administraciones públicas encargadas de su mantenimiento y gestión. Por aquel entonces, el teatro se encontraba en un estado deplorable y exigía una reforma urgente para solucionar sus problemas de seguridad. Sin embargo, la Generalitat, el Ayuntamiento y el Gobierno central no se habían puesto de acuerdo para llevarla a cabo.

Jordi Évole entrevista al que era director del teatro en 1994, Josep Caminal; a su predecesor, Josep Maria Busquets; al fiscal responsable de instruir el caso, Víctor Alegret; al jefe del servicio eléctrico, Carles Valero; y al periodista Manuel Vilaseró con el objetivo de dar forma a lo sucedido.