El primer traje lo diseñó un español, el ingeniero granadino Emilio Herrera, en 1935, para poder volar en globo a 26 kilómetros de altitud. Se trata de una escafandra estratosférica con micrófonos y sistema de respiración, termómetro, barómetro y herramientas para medir y tomar muestras.

La NASA reconoció que se basó en esos trajes para diseñar los que vestirían sus astronautas décadas después y que hicieron posible que en 1959 un grupo de valientes protagonizaran la primera expedición espacial. Estaban presurizados y permitían soportar temperaturas extremas además de reducir el peso de la carga.

Son auténticas obras de ingeniería que suelen pesar más de 90 kilos, unos 15 en el espacio y cuestan alrededor de 22 millones de euros, pero duran hasta 10 años. Tras un accidente en el Atlántico, empezaron a llevar flotadores y han indo adaptándose a las necesidades de cada misión.

El traje del astronauta más famoso de la historia y primer ser humano en pisar la Luna en 1969, Neil Armstrong, llevaba una mochila con agua de refrigeración, suministro eléctrico, oxígeno para cuatro horas y un sistema de comunicación.

Si se trata de diseño, la gran revolución ha llegado con SpaceX y Elon Musk, que son muy ligeros, sus cascos son impresos en 3D y los guantes son táctiles para poder usar la pantalla de la nave, aunque solo pueden ser utilizados en el vehículo espacial.