Fran ha intentado animar a su tía y le ha recomendado comer algo para tener fuerza suficiente a la hora de enfrentar los días duros que les esperan tras la muerte de Germán, pero ella no es capaz de probar bocado: "no puedo, de verdad, porque no esperaba que llegara este final tan pronto".

El sobrino del dueño de las jugueterías Garlo se ha llevado la peor parte y tanto Raúl como su madre hubieran deseado que hubieran podido vivir ese momento en casa con él para que se fuera en paz, pero no sirve de nada la culpa y ahora tienen que estar más unidos que nunca.

Sus últimas palabras fueron dirigidas a la empresa familiar, Garlo, que había sido junto con Raúl y Carmen lo mejor de su vida. Ahora habrá que ver cuáles son sus últimas voluntades, qué hay en la herencia y quién estará al frente de las jugueterías a partir de ahora.