El agente Víctor (Yon González), infiltrado junto al agente francés (Hugo Becker), tendrá que encontrar al culpable de todo lo que está sucediendo.
Como se desveló en la primera entrega, la policía encontró, en el interior de un oso de peluche que estaba en el vehículo de Isabel, una grabación con la voz de una mujer que pide ayuda. Y no se corresponde con la de Freire por lo que todo parece indicar que hay una tercera desaparecida, y que se trata de la psiquiatra del centro hospitalario, Sara Guzmán (María Botto).
El comisario Casas reúne a todo el personal, acompañado de la directora del centro, y empiezan a destaparse los primeros secretos mientras nuevos personajes pasan a engrosar la lista de sospechosos.
Entre tanta desaparición, destaca un descubrimiento: Enrique Méndez (José Luis García Pérez), marido de Isabel, se entera de una traición que aseguraba desconocer y que ahora le obliga a enfrentarse a la cruda realidad y, sobre todo, al peso de las sospechas de los agentes, que le colocan en el punto de mira en el asesinato de su mujer.
Poco a poco, la investigación va avanzando y complicando el caso con nuevas pistas, escuchas de conversaciones, restos de sangre y el personaje de Ginés, un celador del hospital, quien pone en alerta a los agentes cuando descubren que se ha llevado uno de los expedientes del despacho de Sara Guzmán, en paradero desconocido. Pero Ginés no solo se llevó un expediente, las cámaras de seguridad revelan información muy sensible, que puede dar la vuelta a la investigación que dirige el comisario Casas.