La última conversación que mantuvieron Marta y Ainhoa tuvo un tono más elevado del que se esperaba, tal y como muestran las imágenes de la cámara de seguridad. Héctor quiere saber qué se dijeron durante la discusión y para ello solicita los servicios de una experta en leer los labios.
Por su parte, Fara y Lucas huyen de Campoamargo para ser libres. Sin embargo, cuando el joven descubre que la policía mantiene a su padre en el calabozo, decide volver al pueblo para apoyarlo. A su regreso, Lucas presentará a Fara ante sus amigos como su novia, por lo que la pareja deberá hacer frente al rechazo de todos ellos y al de Kaled, que no quiere ver a su hermana pequeña con un joven que, en repetidas ocasiones, ha hecho apología del racismo.
En cuanto a Amancio, permanece ingresado en el hospital, donde se niega a prestar declaración a la policía. Tan sólo repite incesablemente una única frase: “Muertas, muertas, muertas, todas las chicas están muertas”. ¿Qué información oculta Amancio? La respuesta está en una pequeña caja metálica cerrada con llave que oculta en su bar.
La historia entre Héctor y Marta continúa avanzando tras pasar la noche juntos. Sin embargo, el pasado no deja escapar a Héctor, que se decide a contarle a Marta el secreto que lleva años guardando sobre la muerte de su marido. La verdad horroriza a Marta, que no puede soportarlo y pide a Héctor que se marche.
La sobrina de Lola por fin ha nacido, pero un hecho tan feliz no ayuda a que la policía se reconcilie con su familia. Su hermano Lolo le prohíbe que conozca a la niña, pero ella decide acudir al bautizo y verla, al menos, desde lejos.