Todos los vecinos de Campoamargo reciben en sus móviles y ordenadores un mensaje sobre la joven asesinada, con unas imágenes que hacen que la propia alcaldesa y madre de Ainhoa se desmaye de la impresión. El mensaje no deja indiferente a nadie. ¿Quién lo habrá mandado? ¿Y desde dónde?

Por otro lado, los policías Héctor y Lola encuentran el coche que alguien había incendiado la noche anterior. Desconocen quién ha podido ser, pero tienen algo claro: se ha preocupado de eliminar cualquier prueba que se pudiese hallar en su interior, así como cualquier rastro que lo inculpara. Sin embargo, los detectives no estarán dispuestos a abandonar la toalla tan rápido. Saben que el coche les puede llevar al asesino de Ainhoa y ésta puede ser su única oportunidad para resolver el caso. ¿Podrán las cámaras de seguridad de los alrededores ayudarles a encontrar al culpable?

En cuanto a Lucas, continúa vagando en solitario por Campoamargo después de que sus amigos y vecinos le dieran la espalda tras ser interrogado por la policía. Además, debe enfrentarse a un grupo de subsaharianos que lo persiguen por el pueblo, pero lo superan en número. Afortunadamente, se encuentra con Fara y ésta le ayuda a esconderse como agradecimiento por ayudarla a escapar del coche que estaba a punto de explotar el día anterior. La llama se enciende entre ambos a pesar de sus diferencias culturales y raciales. Ambos perciben un sentimiento especial entre ellos. ¿Podrán superar todas las barreras que los separan?

Pilar no está dispuesta a permitir que Lucas se vuelva a alejar de ella, ahora que Ainhoa no se encuentra en su camino.