El caso de la muerte de Ainhoa parece no avanzar y el pueblo se impacienta. Héctor, sargento de la Policía Judicial, encuentra una nueva prueba que podría ayudarle a identificar al asesino de la joven: un charco de vómito cercano al lugar en el que se produjo su desaparición. Después de mandarlo a analizar, descubre que no pertenece a Ainhoa, lo que le lleva a pensar que se trata del asesino. El vómito contiene rastros de pescado crudo: ¿quién cenó sushi la noche en que la joven hija de la alcaldesa murió?

Héctor propone a la jueza someter a todos los vecinos de Campoamargo a un análisis de ADN, para así cotejarlo con los datos extraídos del vómito e identificar a quién pertenece. Sin embargo, conseguir la autorización no será tan fácil.

Por otro lado, Fara acude a los invernaderos sin conocer lo que pronto le ocurrirá allí. La joven hermana de Kaled recibe el ataque de alguien a quien no logra ver la cara. Al igual que hicieron con Ainhoa, intentan asesinarla. Afortunadamente, Fara logra escapar arañando a su agresor. ¿Qué vecino de Campoamargo tendrá una marca en su costado? ¿Logrará descubrirlo Héctor?

Héctor no puede ocultar que sigue enamorado de Marta, pero ella no quiere saber nada más de esta historia del pasado. Sin embargo, acaba confesándole que ella también siente aún algo especial por él. A pesar de las reticencias iniciales de ambos, finalmente darán rienda suelta a sus emociones, olvidándose de las consecuencias que puede acarrear una relación entre los dos.