Alberto y Mateo aprovechan el viaje desde Nueva York a España para ponerse al día con las novedades de los últimos cinco años. Mateo le confiesa que su relación con Clara no fue tan bien como esperaba y decidieron separarse. Alberto, por su parte, le cuenta que pasó todo un año recorriendo la ruta de la seda y que, posteriormente, se asentó en Nueva York. Lo que Mateo no entiende es por qué Alberto no se puso nunca en contacto con ellos, a lo que Alberto responde que les escribió siempre. El problema es que las carta de Mateo se dirigían a su antiguo piso de casado, por lo que nunca las leyó. Sin embargo, ¿adónde fueron las cartas que enviaba a Ana?

En cuanto a Marco, se encuentra ansioso por cerrar su trato con Barroso, un cliente dispuesto a adquirir las galerías Velvet. Cuando Marco ya se ve con un pie en su país natal, Italia, recibe la inesperada visita de Antonella, su prometida.

Patricia está especialmente afectada por la noticia de que Alberto, su hermano, sigue vivo. La presión acaba siendo demasiado fuerte para ella y acaba contando toda la verdad a Enrique.

Por su parte, Jonás se encuentra preparando la prueba de acceso a la escuela de costura de París. Su mentor, Raúl de la Riva, encuentra que sus diseños son excepcionales, pero encuentra un pequeño problema: Jonás huele a pueblo por los cuatro costados, le falta glamour. Ni corto ni perezoso, De la Riva le ayuda a tener un aspecto mucho más sofisticado, digno de admiración.

El encuentro más esperado está cerca. Mateo y Alberto llegan a Madrid y Ana espera impaciente. ¿Qué opinará Alberto de su hijo? ¿Por qué nunca les escribió? ¿Podrá Cristina soportar que Ana y Alberto se vuelvan a ver?