Chile ha tenido diversas influencias en su cultura y, por ende, en su comida. De éstas, las más notorias son la española y la mapuche, lo que se conoce como comida criolla chilena se caracteriza por contar con ingredientes autóctonos del país, tales como el maíz, la chirimoya y la murta, un fruto que se utiliza para hacer mermeladas y licores, cuya preparación varía en función de la región.

En la zona norte de Chile, es habitual que se utilicen ingredientes como la quinoa, la harina o la carne, que constituyen una dieta alta en proteínas. También se cultivan muchos tubérculos que son los que dan sabor a las sopas y se sirven como acompañamientos a los platos principales. Entre los platos más típicos de esta zona, se encuentra el charqui, que es carne deshidratada con sal. Además, la mayor producción de pisco chileno se produce en la región norte.

En el centro, destacan los platos realizados con maíz: porotos granados, humitas y pastel de choclo, acompañados de ensalada chilena (tomate, cebolla y cilantro). En las ciudades con costa, se consumen muchos productos de mar, como el congrio, la corvina y la merluza. También es en esta zona donde se cultivan las mejores uvas para el vino chileno, considerado uno de los más prestigiosos del mundo.

Finalmente, en el sur es donde se encuentra la mayor influencia mapuche. Además de productos como el maíz, las patatas o las habas, también utilizan como ingrediente la gallina mapuche, cuyos huevos destacan por ser de color azulado. En cuanto a la repostería, se percibe la influencia alemana a través de los strudels y los kuchens

Además de todos estos platos típicos de cada región, en todo Chile es habitual comer asados y empanadas de pino. El relleno de estas últimas consiste en cebolla, carne picada, huevo duro, pasas y aceitunas negras.