Estados Unidos se caracteriza por tener una mezcla de culturas de los distintos inmigrantes que han ido poblando Norteamérica; desde México y el resto de Latinoamérica, hasta Japón, China, Europa y muchos otros países, que empezaron a inculcar en Estados Unidos sus propias costumbres e ingredientes. Esto ha causado que la gastronomía Estadounidense sea una gran mezcla de sabores.

A lo largo de los años, los estadounidenses han sabido adaptar las recetas a su manera, a través de la experimentación en la cocina.  Esto se ve expresado en comidas como las famosas pizzas americanas, las hamburguesas y las delicias tex-mex. Así como en los postres característicos como por ejemplo el crème brulee, el Apple pie o los brownies con helado.

Sin embargo, también cuentan con recetas autóctonas, que son las de los indígenas norteamericanos, que cosechaban el trigo, el tomate, el fríjol y hacían platillos con los animales que cazaban. Además, hay recetas que se han popularizado a través de todo el país, como el mac n’ cheese, un plato fácil de preparar que consta de una pasta de macarrones y queso, o la ensalada cole slaw, preparada con una mezcla de repollo, zanahoria y aderezo, que es el perfecto acompañamiento de otros platillos famosos como las costillas en salsa barbacoa, el pollo frito y el pavo. Este último se suele comer el día de acción de gracias, en una tradición que ha perdurado cientos de años y en la que reúne a toda la familia alrededor de la mesa. Esta tradición pone un stop a la ajetreada vida de los norteamericanos, que en su día a día carecen de tiempo para sentarse a comer y en cambio, comen fast food, comida rápida, que se ha convertido en un ícono de la gastronomía estadounidense.

Finalmente, hay que tener en mente el tamaño de este país, que se expande a través de siete zonas horarias diferentes. Así que no es de extrañar que su gastronomía varíe dependiendo de la región.