La trayectoria de Pérez-Reverte es muy extensa y sus años como corresponsal en conflictos y guerras le han hecho ver la realidad y enfrentarse a ella. Ahora, con 71 años, le gustaría ser "más inocente y menos escéptico" y destaca que "el mundo es un lugar peligroso".

"Estamos criando generaciones de jóvenes que no están preparados para cuando llegue el iceberg del Titanic. Los hemos criado sobreprotegidos, pensando que todo se soluciona enchufando un teléfono y le hemos quitado los mecanismos defensivos", ha reflexionado sobre la preparación de las nuevas generaciones para un hipotético ocaso.

Para ese "final de etapa", que puede llegar antes o después, "hay maneras de acabar, porque vamos a acabar igual pero podemos hacerlo con serenidad. Eduquemos a nuestros hijos para que cuando llegue el momento lo asuman con naturalidad y seamos hasta el final compasivos, caritativos, solidarios, cultos, optimistas".

Pérez-Reverte habla de su educación ideal y consiste en que preparáramos a los más pequeños para "un ocaso sereno, digno, luminoso y maravilloso. Hay ocasos preciosos y todos vamos a morir".