"Cuando dejé el boxeo en 2005 me fui como al otro lado, también por cuestiones personales y hasta los 32 no había bebido nada ni fumaba. De repente, cuando dejas de perseguir un sueño lo peor es que a la mañana siguiente tienes una oquedad absoluta, el día es muy largo y no sabes qué hacer", ha relatado el actor.

Hovik reconoce que se metió en un bucle de trabajo, empezó a hacer monólogos, se enamoró de la profesión de actor y hubo un tiempo sin rumbo hasta que llegó el momento de pisar el escenario. "Ha sido una montaña rusa de muchos años, el alcohol es la puerta de pensar solo en ti, aislarte y te salva el estar metido en la rueda a nivel profesional", ha reflexionado.

Una llamada de atención de su madre le cambió el chip y vio que tenía que poner un remedio: "mi madre me dijo en una llamada que estaba gordo, tóxico, feo, que andaba encorvado y dentro de mi pasó algo. Estaba tirado en la cama y me revolvió, así que decidí dejar de castigarme, pegar el giro y cuidarme. Tenía claro antes de terminar 'La casa de papel' que iba a parar".