La nadadora ha reconocido que para ella ser madre era un sueño y también ha confesado que lo hubiera sido antes, pero pesaba el "miedo a perder la profesión", así que se movía en ese debate interno. Finalmente, tuvo a su hijo y volvió a la piscina de forma profesional para los Juegos Olímpicos de Tokio 2021.

Aunque cuenta que le costó aceptar hacer el documental por lo celosa que es de su intimidad, puso ciertos límites y vio una oportunidad para contar su experiencia: "sí que dije que no quería que se viera la cara del niño, pero sentí la oportunidad de usar este altavoz para visibilizar la situación que hay en el deporte con la conciliación y las pocas ayudas que existen".

"El deporte de élite no es muy saludable", ha dicho en su entrevista y ha contado que después de dar a luz tuvo que tener mucho cuidado con la flexibilidad y los límites para no lesionarse. Lo normal es esperar seis meses tras dar a luz para volver al deporte y ella lo hizo en tres por las Olimpiadas, así que pudo notar todas las dificultades y el desgaste.

"En año olímpico son entre 8 y 10 horas de entrenamiento, levantándome unas seis veces en la noche por el niño, durmiendo cuatro horas y todo el día en la piscina entrenando. La gestión fue difícil", ha contado la deportista sobre esos primeros meses como madre.