En ese viaje imaginario de los presos de la Colonia Agrícola Penitenciaria de Tefía, el blanco y negro del terror al que se enfrentaban cada día se transforma en un universo de color en el que bailaban y huían de la oscuridad, para lo que Patrick y el resto del elenco tuvieron que adquirir nociones de baile.

"Fue bonito ese proceso de ponerse a bailar y de cómo uno empieza, porque yo al principio tenía pánico a no dar la talla y no saber. Bailaba delante de un espejo, en mi casa, de fiesta y todo lo que podía y aunque empecé con mucha vergüenza, poco a poco te ibas soltando", ha explicado el actor.

Pablo Motos le ha pedido algún consejo para mejorar la técnica de baile y Patrick le ha dicho que es importante "olvidarte de la gente, de que te miran e intentar moverse con cómo uno se siente". Él ha disfrutado mucho de la experiencia y de momento se defiende con las coreografías.