Isabel Jiménez ha sido un pilar fundamental en la vida de María y ha contado en su entrevista con Sonsoles Ónega cómo fue su vida, difícil, sobre todo por la pérdida de su hija Rocío: "La muerte de su hija la hundió, se levantó después como pudo y nunca se repuso. La marcó para toda la vida y se refugió en su hijo, Alejandro y en nuestra madre".

También ha destacado el papel de su gente, porque ella era "muy rica en amigos", pero si hay algo que le llamaba la atención era su fortaleza: "No la veía yo para irse y la doctora me decía que estaba muy mal, pero resurgía y al día siguiente estaba tan normal, era muy dura y le ha costado irse porque ella no quería".

"Su funeral ha sido lo que ella deseaba. Para no olvidar", ha dicho sobre la despedida a su hermana, que dejó muy claro cómo quería que sus seres queridos y seguidores le dieran el último adiós en Sevilla. Su hijo Alejandro cumplió a rajatabla las peticiones que le había trasladado su madre y pudimos asistir a una auténtica lección y una muestra de cariño monumental.