Los espectadores se conectan al evento y los músicos están rodeados de seguidores, tocando en un estudio aislado y ha sido todo un éxito de convocatoria.

El grupo vendió más de 3.000 entradas, a 15 dólares cada boleto y es un ejemplo para otros grupos, que tendrían que reinventarse para seguir tocando con las nuevas medidas de seguridad.

En Holanda también están adaptándose con discotecas en las que se mantiene la distancia social y los clientes bailan sin levantarse de la silla frente al DJ.