En el entierro de Federico, Elena decide parar a Román para hablar con él. La madre le hace chantaje emocional para separarle de Lola. "Román, siempre has sido muy prudente hijo, pero ya no, y tú sabrás por qué". La matriarca insiste en que su padre se ha ido con tranquilidad mientras su hijo estaba conspirando para alejar a Malena de la familia Quevedo.

"No estoy conspirando mamá, y tengo la sensación de que papá me apoyaba en esto", afirma Román de manera muy seria enfrentándose a su propia madre, explicando que lo hace porque Malena merece saber la verdad sobre su origen. "¿No ves lo que está tratando de hacer?", preguntaba Elena muy enfadada.

"No va a quitarte a Malena porque ella no es de tu propiedad. Es una persona libre que tiene derechos", reprochaba el joven frente a la mirada seria y desafiante de su madre. Elena, por su parte, le recordaba que ella solo quiere que se tranquilice y que piense en lo que dice. "Tu padre también era mi marido".

Tras esta discusión, Román se va de la iglesia sin ceder a las manipulaciones de su madre para que deje a Lola y abandone la esperanza de conseguir la custodia de la pequeña Malena.