Durante dos meses el sol no se pone en esta isla y hay otros dos meses en los que viven en noche perpetua, así que creen que los relojes son un estorbo y han organizado una asamblea vecinal para guardarlos en el cajón.

A partir de ahora, las tiendas no tendrán horarios y los turistas tendrán que dejar los relojes a la entrada del pueblo. No quieren horarios ni estrés y quieren olvidarse del tiempo.

"Las personas de todo el mundo se caracterizan por el estrés y la depresión y en muchos casos está relacionado con los horarios", analiza el impulsor de la idea. Hay dudas antes de ponerlo en marcha.