"Los ensayos clínicos previos a las autorizaciones de las vacunas son mucho más extensos e implican a entre 20.000 y 40.000 personas y esto hace que uno realizado a posteriori y con menos personas implica que pueden ser menos concluyentes, pero la seguridad previa de cada una de las vacunas está demostrada", explica la doctora.
Esa combinación permitiría "potenciar la inmunidad que se ha podido quedar justa con una sola dosis" y "se trata de ampliar esa respuesta inmunitaria" en un momento marcado por la escasez de vacunas y los casos de trombosis detectados en algunas personas inmunizadas.
"No deja de ser un poco excepcional porque los estudios están diseñados para realizar esa segunda dosis con la misma vacuna y el problema con AstraZeneca es anecdótico, muy raro, tiene una frecuencia muy rara y los trombos se pueden tratar"
La investigadora ha recordado que hay muchos medicamentos con efectos secundarios, "que van de los que son poco frecuentes a muy frecuentes" y evidentemente en las vacunas también se dan esos efectos adversos.
En cuanto a la idea de espaciar las dosis de Pfizer y Moderna para lograr reducir la mortalidad y las hospitalizaciones, Mercedes Sarmiento coincide en que "cuantas más personas vacunadas tengamos en menos tiempo se reducen las consecuencias de la pandemia y la posibilidad de que el virus mute".