El gimnasta ha recordado cómo fueron aquellos saltos de los Juegos Olímpicos de Sidney, en 2002, donde consiguió una nota espectacular y ganó la medalla de oro de salto: "el 80% de la nota del salto es la carrera. Lo viví muy intenso y es algo que me pasa, que cuando recuerdo algo me siento mucho en el sitio y lo disfruté muchísimo".

"Primero a mi se me va un poco la olla, me creo Dios y que soy el mejor, que nadie me puede decir nada. El mismo día de un año después de haber ganado la primera medalla de oro olímpica en salto para España entro en quirófano, ahí es cuando empiezo a fumar porros y luego viene el positivo en el campeonato del mundo", ha contado Gervi, que reconoce que ahí se le quitaron "todas las tonterías".

Recuerda la llamada de su padre cuando leyó que le habían sancionado por ese positivo: "me colgó el teléfono, estuvo un tiempo sin hablarme y se quedó roto, porque yo era el hijo del que él sacaba pecho y de repente me sentí muy avergonzado".

Consiguió salir del túnel y ahora es entrenador de jóvenes que, como él, buscan hacer historia en la gimnasia. Como profesor se considera "intenso y benévolo": "sé que es muy difícil lo que hacemos y cuando hay una mínima mejora se lo digo. Siempre intento empezar con un mensaje positivo".