"Todas las piezas que he compuesto para esta gira las he compuesto durante el confinamiento y yo antes de la pandemia tenía un ritmo de 120 conciertos al año, todo el día en aviones y aeropuertos. Un día volví a casa y me acordé que tenía un hijo y lo mismo le pasó a él, fue maravilloso entrar en su mundo, porque los niños tienen un mundo ilimitado de imaginación y fantasía, que fue muy inspiradora", narra el violinista.

Siente que está viviendo la infancia que a él le robó la guerra del Líbano a través de su hijo: "Cuando tenía su edad estalló la guerra civil, que duró 20 años y lo mismo ocurre en Ucrania y en cualquier lugar en guerra, que los que más lo sufren son los niños porque dejan de tener una infancia".

Asegura que "ha borrado muchos recuerdos", pero a través del documental sí volvió a revivir esos días en los refugios antiaéreos, donde tocaba el violín e intentaban fingir que eran felices. "No sé si la música tiene la fuerza de parar las guerras, pero sí reparte belleza sana, cura y te cambia el cerebro", reflexiona.