La tensión acumulada durante meses en ‘Sueños de libertad’ ha estallado en una de las escenas más intensas de la serie: Damián mata a Pedro tras una impactante confesión sobre la muerte de Jesús.
En un cara a cara lleno de rabia, traición y dolor, Pedro intenta justificarse y acusa a Damián de ser un hombre incapaz de hacer nada por los demás. Pero lo que sigue es una revelación que lo cambia todo: “Yo os libré de Jesús, de sus amenazas, para siempre. Dejé que se muriera.”
Pedro, sin remordimiento, confiesa que la noche en la que Jesús resultó herido tras discutir con Digna, no estaba muerto. Cuando volvió al despacho para borrar las pruebas que lo vinculaban con Inglaterra, encontró a Jesús aún con vida, suplicándole ayuda. “Él estaba ahí en el suelo, suplicándome que le ayudara, pero no lo hice. Le dejé morir, porque era él o Digna.”
Sin pestañear, añade que Jesús debió sufrir mucho, desangrándose solo. Con una frialdad aterradora, Pedro justifica su decisión diciendo que él tenía un hijo “que era un ángel”, mientras que Damián tenía a “un demonio”, como él.
Esa última provocación es la gota que colma el vaso. La mezcla de dolor por la pérdida de su hijo, la ira contenida y la brutal indiferencia de Pedro llevan a Damián a tomar una decisión irreversible.
Esta escena marca un antes y un después en la historia. Damián, roto por la pérdida y la traición, se convierte en ejecutor de su propia justicia, poniendo fin a la figura más manipuladora y peligrosa de la serie.