La tensión explota cuando Joaquín, desbordado por la rabia, acusa a don Pedro de haberlo apartado de la dirección y de haber asesinado a Jesús. Digna, horrorizada por las palabras de su hijo, le da un bofetón para hacerlo callar. Pero lo que parecía una defensa ciega se convierte en una escena de confesión dolorosa.

A solas con Joaquín, la madre revela lo que realmente ocurrió aquella noche trágica. Todo comenzó con una discusión con su primo, quien quería llevarse a su nieta a París. "Intenté convencerlo de que no lo hiciera… pero él sacó una pistola y me apuntó con ella", le dice.

Durante el forcejeo, el disparo fue fatal. Poco después, Pedro llegó y la ayudó a encubrir el accidente para que pareciera un suicidio. "Ese hombre lo único que ha hecho es protegerme," confiesa entre lágrimas.

Digna admite su culpa y se muestra devastada por haber hecho de Pedro su cómplice, arrepentida de no haber contado la verdad desde el principio. Avergonzada por haber golpeado a su hijo, le pide comprensión y le suplica que entienda el peso que ha cargado durante todo este tiempo.