La relación entre María y Gabriel se vuelve cada vez más cercana. Tanto, que ella ya se siente con la confianza de pedirle ayuda para continuar con sus ejercicios de rehabilitación. Gabriel acepta con total disposición, dejando claro, una vez más, el vínculo que está creciendo entre ambos.
Lo que parecía ser una visita más, termina transformándose en algo más profundo. Justo antes de que Gabriel se marche, María le pide que se quede un momento. Quiere comprobar si sus esfuerzos están dando resultado. Aunque él le insiste en que no se exija demasiado, ella quiere intentarlo. Solo un paso. Solo un momento.
María logra ponerse en pie, pero pierde el equilibrio. No llega a caer: Gabriel la sostiene, y acaban envueltos en un abrazo inesperado, lleno de emoción, vulnerabilidad y cercanía. La tensión se convierte en ternura. Y entre el cansancio físico y el consuelo emocional, María admite que está agotada pero feliz.
Lo abraza de nuevo, esta vez con intención. Un gesto simple, pero significativo. Un instante que podría marcar un giro en su historia personal… y quizás también en su relación con Gabriel.